Hoy martes 07 de Octubre estuvimos compartiendo reunión junto al equipo y unos ricos choripanes. Se generó un intercambio en el cual pude compartir mi experiencia en la Práctica Pre Profesional 3 y dialogar con lxs gestores en torno a la misión que abanderan para la transformación cultural y algunas de las categorías más potentes que seleccioné para efectuar el informe final.
Pude conocer la dinámica de una reunión del equipo, las próximas propuestas en agenda y temáticas a abordar para una mejor concreción de las propuestas.
Comparto dos imágenes representativas de la noche: la parrilla y la foto grupal.
¡Gracias Estación Cultural por ser un C.C de puertas abiertas! Gracias por la generosidad y calidez e todo momento. ¡Hasta pronto!
Por último, dejo unas palabras que expresan el espíritu de este espacio cultural. Una vez más, gracias!!
"Estación Cultural”
En el corazón de Bermúdez late un sueño,
una casa elevada entre escaleras y murmullos, donde la palabra se hace puente,
y la música, raíz que abraza al barrio.
Allí la cultura no es vitrina,
es fogón de comunidad encendida.
Desde el eco de un grupo de amigos
brotó la Estación —sin tren, pero con destino—
un espacio que no vende promesas
sino gestos compartidos, panes y canciones,
una trama tejida entre talleres, ferias y mates,
donde el arte se vuelve oficio y abrazo.
Cada día, un equipo diverso se encuentra,
manos que crean, piensan, comunican, sostienen,
voluntades que se enlazan sin jerarquías,
tejiendo redes con trabajo y esperanza.
Allí, la gestión es también militancia,
y la autogestión, una forma de ternura colectiva.
Maradona mira desde su rincón sagrado,
junto al Gauchito y a Prodan rebelde,
recordando que el pueblo guarda su historia
en las manos que pintan, cantan y sirven café.
No hay santos de yeso en esta estación:
hay memoria viva, sudor, y alegría compartida.
Aquí la palabra cultura
se pronuncia como derecho,
como red que sostiene,
como voz que no se impone, sino se multiplica.
Porque democratizar no es abrir puertas,
es invitar a todos a construir la casa.
Y cuando cae la noche sobre Bermúdez,
la Estación vuelve a encender su faro,
no hay trenes que partan, solo sueños que vienen,
cargados de risas, de canto y amparo.
Y en cada historia que el barrio inspira,
renace el fuego, renace la vida:
la cultura respira, el pueblo se abraza,
y la crea
ción —otra vez— convierte el mundo en casa.
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